La carne es uno de los productos más ingeridos y debatidos a nivel mundial, dado que constituye una fuente fundamental de proteínas y nutrientes claves para la alimentación humana. Hay diferentes tipos de carne, como la de vaca, cerdo, ave, cordero y otras, cada una con sus características específicas, sabores y métodos de preparación. La carne de vacuno, por ejemplo, es muy apreciada por su rico sabor y textura, y puede prepararse de diversas maneras, como asada, a la parrilla, hervida o frita. El cerdo, por su parte, es famoso por su versatilidad y sabor suave, y se utiliza en una gran diversidad de platos por todo el mundo: desde el tradicional churrasco brasileño hasta la sofisticada cocina europea. Las carnes de aves de corral, como el pollo y el pavo, suelen ser elogiadas por ser fuentes magras de proteínas, ideales para quienes buscan una dieta más saludable.
Más allá de los aspectos gastronómicos, la producción y el consumo de carne tienen importantes implicaciones medioambientales, sociales y éticas. La industria ganadera es una de las que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero, además de requerir grandes cantidades de agua y tierra. Por otro lado, existen prácticas de producción más sostenibles, como la ganadería regenerativa y el enfoque en bienestar animal, que tratan de mitigar algunos de estos impactos. Elegir el tipo de carne, su origen y el método de producción son factores importantes para los consumidores conscientes que quieren alinear sus hábitos alimentarios con sus valores personales y sus preocupaciones medioambientales.