El arroz, indispensable en la dieta de miles de millones de personas, es uno de los cereales más consumidos en el mundo, especialmente en regiones como Asia, América Latina y algunas partes de África. Sus orígenes se remontan a miles de años atrás, con pruebas que apuntan a la domesticación del arroz en la región china del valle del río Yangtsé hace más de 9.000 años. Desde entonces, el cultivo del arroz se ha expandido por todo el mundo, adaptándose a distintos climas y territorios.
Hay varias variedades de arroz que se pueden clasificar según el tamaño del grano (largo, medio y corto), el color (blanco, marrón, negro, rojo) y las características específicas de preparación y consumo (como arborio, basmati, arroz de jazmín, entre otros). Cada uno de estos tipos tiene sus propias particularidades en cuanto a textura, sabor y uso culinario, y se elige en función de la receta o de las preferencias personales.
El cultivo del arroz destaca por su capacidad para adaptarse a diferentes métodos de cultivo. El cultivo del arroz se realiza principalmente en áreas inundadas, conocidas como arrozales. Este método, aunque requiere de una gran cantidad de agua, es eficiente en términos de espacio y productividad. Más allá de su papel esencial en la alimentación, el arroz también ostenta un significado cultural en numerosas sociedades, siendo un elemento presente en festivales, rituales religiosos y como emblema de prosperidad y fertilidad.